Si tu quieres, te hiero.
El precedente. Tu perfume desbordándolo todo, sin permiso y con alevosía. Tú, mirándome o devorándome. Juraría que ambas suenan a gloria. Juraría que hace unos segundos existía lo conocido como distancia de seguridad entre tú y yo. Has agarrado mi mano y la música ha dejado de sonar a mi alrededor. Mi vulnerabilidad te hace fuerte y no puedo evitar tener la sensación de ser el borrador de un escritor que mañana se arrepentirá de habernos creado. Pero llega el silencio. El silencio previo a. Y el “no” que nadie pronuncia, porque hace tiempo que ambos sentimos que sí. La razón ha dejado de dar órdenes porque el corazón no quiere escuchar. Hoy no quiere ser juzgado, no quiere verse obligado a decir que no. Hoy no. Y llegan. Los maravillosos segundos en los que se pierde la noción del tiempo y los ojos se encuentran. Nuestros labios encajan a la perfección, como un puzzle ...