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Mostrando entradas de mayo, 2020

Y sé feliz.

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Al inicio del confinamiento (es posible que lleváramos una semana encerrados no más), mi hermana entró al salón pensando en voz alta que no sabía cómo Ana Frank había podido aguantar encerrada en una casa durante dos años y medio. No fue masoquismo, lo juro, simplemente curiosidad. Comencé con ganas y a días tuve que dejarlo, estar encerrada y leer un libro sobre el encierro, depende del ánimo, ayudaba más a hundirse que a levantarse. No he terminado de leerlo pero quisiera compartir con vosotros dos fragmentos del diario y alguna reflexión. En el primero se refleja lo que a día de hoy sigo viviendo,  días de auténtico desánimo. En el segundo, un subidón de felicidad.  Eso era su vida en aquel momento y lo es la mía en éste, una montaña rusa de emociones . Ahora me doy cuenta de lo equivocada que estaba cuando me consolaba a misma de la misma manera que lo hacía Edith Frank. Pensar que otros podían estar en una situación peor era mi propio consuelo, ¿pero, y si ocurre lo...

Apatía indiscriminada.

Cierro los ojos, ni el breve tacto del viento liviano desde mi balcón sirve para equilibrar sentimientos. Voy a serte sincera, nada evita la sensación  de soledad desazón tristeza fragilidad agotamiento impotencia. Porque no miento si te digo que suelo  o solía ser fuerte, porque ya no se en que día desvivo, solo sé que deambulo  sola taciturna triste frágil consumida inútil por mi hogar. Que mi mente anda trabajando 24 horas al día decidiendo a quién echa más de menos. Si a ti o a ti. Así que, henos aquí, en este debate interno, de lunes a domingo cabeza y corazón.  Que yo solo quiero atravesar la puerta, tocar cielo, también la tierra, y romper este hielo que congela mi yo más feliz. Volver a casa ver a los míos, los nuestros, y con lo puesto: el amor, fundirnos en un tierno abrazo que signifique que el clamor de nuestros aplausos fue la fuerza que hoy nos mantiene ...