Desocupados.


Me has imaginado casa okupa y llevan tus cajas en medio del salón ya varios años. Te instalaste en pleno agosto de 2005 y sigues fregando los viejos recuerdos en mi cocina erosionada.  La debilidad de mi legislación es el menor de tus problemas y el mayor de los míos. Y sintiéndolo mucho, no hay jurisprudencia que rija la velocidad, ni la fuerza, de un de repente tú y sus consecuencias.


Has cerrado de un portazo la puerta.
Otra vez.

Otra

puta

vez.

Y junto a tus cajas estoy yo.
Invisible,
de rodillas,
diciendo
- me -
que te echo de menos.
Y suplico en un susurro
porque los sueños verbalizados
nunca se cumplen.

Hoy he vuelto a despertarme bañada en sudor.
Dime ¿qué debo hacer?
Pregunto en primera persona.

Entra de golpe niña,
araña la madera,
arranca el picaporte,
grita de dolor mientras lloras
y dile “sé mi amigo”.

Sé lo que no te deje ser en el pasado.

Fuera llueve.
Y aquí dentro,
también.

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