¿Se puede?
Ayer una joven que no conocía de nada me
preguntó si era la chica de la
habitación. Respondí con un escueto sí y
media sonrisa que no sabría cómo describir. ¿Tristeza o nervios? Me despedí de
ella con ternura sincera y le desee que le fuera bien.
Música a todo volumen, feliz año nuevo.
Respiré profundo.
Simplemente había encendido el interruptor de
un recuerdo apagado, pensé. Se me había
olvidado que una vez te quise. Que una vez pinté una habitación para ti. No
recuerdo que escribí, ni siquiera las fotos que había colgadas entre esas
cuatro paredes, por suerte. Supongo que sigue allí. La habitación, me refiero,
pero sin palabras y sin recuerdos. Dejó
de existir el día que nosotros dejamos de hacerlo. ¿Por qué siempre vuelves si
nunca regresas? Ayer llamaste a la
puerta de nuevo y ni siquiera estabas allí para sentirlo.
Agarré la copa con fuerza y dejé que la gente
me engullera de nuevo junto con todo lo demás.
Mi pena.
Mi odio.
Mi cariño infinito.
Y mis errores.
Feliz año nuevo, A.
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